Ante la gran incógnita ¿qué es la creatividad?, los antiguos griegos respondían que era algo que provenía de lo divino, de la esfera de lo sobrenatural; era una irrupción del más allá en el plano humano. Para ellos, el artista entraba en contacto con la esencia de las cosas, la fuente creadora, y de ahí surgía su obra. También creían que las musas, seres divinos, circulaban entre los mundos e inspiraban a los artistas, a los sabios, a los inventores. Esto condujo a que generaciones y generaciones creyeran que la creatividad pertenece a algunos privilegiados. Afortunadamente, el tema fue evolucionando y hoy se sabe que todos somos creativos, que la creatividad es una capacidad innata que mejora y enriquece todos los ámbitos de nuestras vidas.
La creatividad es un factor fundamental en la existencia del ser humano, le permite diferenciarse, sobresalir y generar valor para él y la sociedad. Los entornos complejos exigen creatividad para enfrentarlos, los cambios también la requieren para ayudar en la adaptación al nuevo contexto, los problemas la necesitan para encontrar soluciones…
El reino de la creatividad es amplio, fecundo y polifacético, está disponible para todos . En ella, intervienen una miscelánea de atributos y actitudes:
• Poder de la fantasía que trascienda la realidad.
• Capacidad de descubrir relaciones entre las cosas.
• Sensibilidad y fuerza en la percepción.
• Cierto grado de inquietud y anticonformismo.
• Capacidad de visualizar situaciones inéditas.
• Facilidad para imaginar hipótesis.
• Audacia para emprender nuevos caminos.
El espíritu creativo trasciende una iluminación fortuita u ocasional, él alienta y fortalece un estilo de ser: una vida vivida con deseos de buscar la originalidad, con curiosidad, con deseos de explorar nuevas formas de hacer, de innovar, de convertir sueños en realidad. El niño no duda de su creatividad y es capaz de expresarte sin filtros, porque aún es un ser libre de juicio interno y de las críticas externas; él siempre confía en su potencial y no tiene reparos en volver a comenzar su obra si no resultó como esperaba. A eso debe apuntar la persona creativa.
Muchos creen que creatividad y habilidad artística, son lo mismo; sin embargo, no pintar como Miró -para dar un ejemplo-, es una incapacidad artística que no afecta la capacidad creativa. Conocemos muchas personas que apenas dibujan con palotes, pero son muy creativas en su vida. Mauro Rodríguez Estrada (1988), en “Manual de Creatividad”, plantea que:
…la creatividad más que una agudeza intelectual o que una habilidad, es la actitud ante cualquier situación o aspecto de la vida, y contrapone a la creatividad lo que es un hábito, diciendo que el hábito es repetición, la creatividad es cambio. El hábito es lo conocido, la creatividad es lo nuevo. El hábito es la seguridad, la creatividad es el riesgo. El hábito es lo fácil, la creatividad es lo difícil. El hábito es la inercia, la creatividad es el esfuerzo.
Lo importante es saber: uno, que la expresión artística se alimenta de la creatividad, y dos, que es posible aprender a desarrollar ambas capacidades, de la misma forma en que se aprende un idioma. Para ejercitar la creatividad es necesario desarrollar simples hábitos: mirar las cosas desde diferentes ángulos, hacerse preguntas exploratorias y desafiantes, meditar, colaborar con otros para generar ideas diferentes, o incursionar en ámbitos nuevos que permitan entrenar la creatividad.
La creatividad auxiliada por recursos artísticos se convierte en un canal extraordinario y prodigioso para que nuestro yo profundo fluya en libertad. Nuestra alma está ansiosa por comunicarse y el arte es una de sus vías de expresión. Muchos artistas, músicos, pintores, escritores, aseguran que crean para liberar su yo interior, su alma. El proceso creativo es uno de los métodos de libertad, autonomía, evasión y relajación mental más poderosos del que disponemos.
Cualquier tipo de expresión artística, la música, la pintura, la escritura, el baile…, es válida para dejar hablar a nuestra alma, sentirnos libres y más felices.
Julia Cameron en la Introducción a la edición del décimo aniversario de “El camino del artista”, escribe: “El arte es una transacción espiritual. Los artistas son visionarios. Nuestra práctica habitual se basa en la fe: vemos con claridad un objetivo creativo que resplandece en la distancia y nos movemos hacia él a pesar de que, por visible que sea para nosotros, quienes están a nuestro alrededor no lo ven. (…) El arte es un acto de fe y el modo de practicarlo es haciendo arte”.