
Una vez le preguntaron a Ernest Hemingway a qué le temía más. Su inmediata respuesta fue: “A una hoja en blanco”. Él, que había estado en dos guerras mundiales y en la Guerra Civil española como corresponsal o combatiente, que había pasado hambre, que sus obras habían sido censuradas y denostadas por muchos, que era considerado un marginal por otros, que perteneció a The Lost Generation (La Generación Perdida) y seguía andando por la vida como si nada, le tenía miedo a la “hoja en blanco”. El peor enemigo de la creatividad es quedarse bloqueado… no saber qué pintar, qué escribir, qué modelar. Todas las personas creativas han atravesado ese momento crucial.
A pesar de la increíble capacidad de creatividad e imaginación del ser humano, no muchos conocen o entienden realmente el proceso creativo. La mayoría de las personas continúan creyendo que es un momento de inspiración, mágico y que pocos son bendecidos con él. Nadie niega el poder de este chispazo creativo y el gozo que nos produce, pero la creatividad es un talento que tenemos todos, que ser creativo es un modo de vida y que las energías creativas están disponibles libremente para quien las invita a ser parte de su vida.
¿Cómo activar las energías creativas? Empezando por creer en nosotros mismo y nuestra capacidad lúdica, proponernos liberarnos de todas nuestras expectativas y afán de perfeccionismo. Atrevernos a experimentar todo lo nuevo o inesperado que llegue a nuestras vidas. La creatividad requiere el coraje de dejar de lado lo seguro, de no aceptar nada de segunda mano, de tener muchas ideas para encontrar la “idea”, de conectar cosas con originalidad.
“La creatividad es el resultado de un duro y sistemático trabajo”, opinaba el consultor Peter Drucker. Ernest Hemingway, a su manera, coincidía con él, decía: “No hay nada que escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a una máquina de escribir y sangrar”. En el capítulo 2 de París era una fiesta, esa extraña mezcla de memorias, chismes literarios y construcción de sí mismo, Hemingway cuenta: “Algunas veces, cuando me quedaba sin ideas, cuando no sabía cómo empezar una nueva historia, me sentaba junto al fuego, y acercaba la piel de las naranjas hasta que prendían, para ver las pequeñas llamas azules. Me levantaba, me acercaba a la ventana para ver París y pensaba: no te preocupes, has escrito antes y lo harás de nuevo. Todo lo que necesitas es escribir una frase verdadera, escribe la frase más verdadera que puedas”. Y eso era todo. Este todo podía llevarle horas, pero él no desfallecía.
Para él, una frase “verdadera” o sincera o verídica, no es una frase “literaria”, se refiere a una frase que pueda decir una personal real, de carne y hueso; una frase que contenga el mundo del alguien. Su vida fue intensa, violenta, rondando siempre la muerte, era un aventurero que contaba las cosas que vivía y con esas experiencias, alimentó sus cuentos y novelas. Luego de hallar esa frase “verídica” se abrían las compuertas de la creación y a partir de ese instante escribir para él era dejarse llevar, entrar en el flujo creativo. La frase “verdadera” era su gatillazo creativo.
Otro de sus memorables consejos es: “No describa una emoción, hágalo”. Las emociones son impulsores muy poderosos del potencial humano, recurrir a ellas nos despierta y destraba. Y esto se aplica a todas las artes. Edvard Munch decía: “No pinto lo que veo, sino lo que vi”. En 1892, estaba paseando con dos amigos, de repente el cielo se tornó de rojo sangre. Él se detuvo a contemplarlo y siente un estremecimiento de tristeza, un dolor desgarrador en el pecho. Las emociones lo paralizaron: ahí escucho -y vivió- ese grito que luego plasmó en famoso cuadro. Roger Waters podría decirnos lo mismo con su música. Sus canciones narran los dolores de la infancia, la ausencia de un ser querido, las rabietas de un profesor traumado (Hey! Teachers! Leave them kids alone!), y todo aquello que devora el alma de la persona. En estas obras, hay verdad, hay algo “verdadero”.
En los cuentos, novelas y otras obras literarias y periodísticas de Hemingway, podemos rastrear múltiples frases y reflexiones sobre la escritura y ser escritor, que son útiles para abordar la creatividad y superar los bloqueos:
“Para escribir sobre la vida, primero debes vivirla”.
“El primer borrador de cualquier cosa es una mierda”.
“La papelera es el primer mueble en el estudio de un escritor”.
“Mi objetivo es dejar en papel lo que veo y lo que siento de la mejor y más simple manera”.
“Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que tienes”.
“Escribe fuerte y claro sobre lo que duele”.
La próxima vez que te paralices ante la “página en blanco”, mirando la pantalla del ordenador, el techo, la calle por la ventana o ese maldito folio en blanco, no te asustes.
Piensa en algo verdadero, genuino, carne y hueso, y escribe tu frase verdadera.
¿Cuál es tu frase “verdadera”?